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El oído, el ruido y el estrés

  • Team Neural Ear System
  • 9 mar 2022
  • 2 Min. de lectura

Oído, ruido y estrés


Comenzaremos partiendo de que la calidad de un estímulo sonoro queda determinada por la forma en que el oyente lo interpreta, es decir, el oyente lo categoriza como algo placentero o molesto, algo relevante o sin importancia, más claramente: su percepción es relativa.


De aquí, que lo que puede ser ruido para una persona, para otra, puede calificarse como sonido placentero, e inclusive, dependiendo de las circunstancias o del volumen, un mismo estímulo puede ser ruido unas veces y en otras, sonido agradable para la misma persona.


Bajo la perspectiva anterior, el sonido en sí lo podemos definir mediante parámetros físicos (altura, intensidad, etc.) mientras que el ruido más bien en cuanto a parámetros psicosociales y situacionales.



Cabe recordar que el ser humano es sensible a los estímulos que en el ámbito de las frecuencias va desde los 20 Hz (tonos graves) a los 20,000 Hz (tonos agudos). Muchas vibraciones urbanas son ruidos de baja frecuencia o muy graves (20 Hz a los 200Hz). Pudieran pasar inadvertidos a plena conciencia, pero nuestro oído e incluso nuestro cuerpo, pueden sentirlas.

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Las urbanizaciones presentan el mayor número de contaminantes acústicos, desde un avión, los automóviles, las plantas eléctricas en los edificios, la ventilación, los murmullos de la gente, y cualquier otra vibración, termina siendo ruido.


Adicionalmente, es relevante enfatizar que los ruidos de baja frecuencia viajan distancias más largas y apenas si son atenuados por muros y ventanas, en contraste con los de alta frecuencia.


La propagación de los ruidos se baja frecuencia se transmiten principalmente por las estructuras de los edificios, entonces el hecho de cerrar puertas y ventanas no es efectivo. Los tapones para los oídos no sirven de nada, porque estos ruidos no pasan por el tímpano, sino llegan por los huesos del cráneo. Además, las vibraciones transmitidas por el suelo tienen una longitud de propagación de decenas de kilómetros.

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Entre los efectos y síntomas de un estrés exacerbado por la contaminación acústica están, desde luego, la sordera, y alteraciones en los sistemas respiratorio, endocrino, circulatorio, cardiaco, digestivo, entre otros. Desde luego, estas perturbaciones no son permanentes, ya que el organismo se adapta, pero sí hay consecuencias.


Sólo como otra información, el sonido de baja frecuencia puede causar hidropesía endolinfática (es el aumento de la presión de los líquidos en los canales del oído interno), lo que puede provocar vértigo.


Respecto al impacto del ruido en el aspecto psicológico produce malestar, pérdida de la concentración, así como inestabilidad emocional, irritabilidad, agresividad y síntomas de ansiedad.


Otro efecto negativo del ruido de baja frecuencia es el deterioro en los patrones de sueño..

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